* Nota Emb, para aclarar y no generar confusiones ni malos entendidos: compartimos el texto con el fin de propagar las ideas expuestas para un debate más completo al respecto. El eco-extremismo y la defensa extrema por lo salvaje no es algo nuevo, sin embargo, es algo que recientemente ha agarrado mayor fuerza en estos territorios de la zona sur americana, y si bien el texto no profundiza mucho ni es muy certero en su análisis respecto a la falsa dicotomía violencia eco-extremista / civilización, creemos que sirve como apoyo para el debate.
Recibo en el correo. Compartido por Maldición Eco-extremista.
Siendo un propagandista eco-extremista, me doy cuenta de las reacciones de los lectores anarquistas e izquierdistas al leer acerca de las acciones de ITS y otros grupos eco-extremistas. La primera reacción suele ser de repulsión. ¿Cómo puede ser que los eco-extremistas ejecuten atentados contra la gente y la propiedad, como incendiar autobuses o mandar paquetes-bombas donde se puede dañar “civiles inocentes”?, ¿y si un niño se encuentra cerca del explosivo, o qué tal si la secretaria del científico, también una madre y una esposa, abre el paquete y muere en vez del científico?, ¿de dónde viene esta obsesión con la violencia nihilista, donde se mata a los inocentes?, ¿esto no ayuda para la “causa” por la destrucción de la civilización?, ¿no es esto una muestra de que los eco-extremistas están mentalmente perturbados, tal vez están enojados con sus padres, necesitan tomar sus medicamentos, son unos marginados, etc.?
Pero la verdad, la oposición de los izquierdistas, anarquistas, anarco-primitivistas, y varias otras clases de personas que se oponen a la violencia eco-extremista, es hipócrita, es hipocresía al nivel de que Nietzsche y cualquier otro pensador adepto pudiera refutar. Puesto que la civilización, tal como cualquier ideología, se basa en la violencia indiscriminada, y en el esfuerzo de esconder esta violencia de la luz del día.
Vamos a hacer los cálculos: La oposición a la violencia eco-extremista se puede considerar desde el punto de vista de la regla de oro cristiana: “trata a los demás como quisieras que te traten a ti”, “no te gustaría que alguien explotara una bomba en el autobús en donde estás viajando”, “no quisieras perder los dedos en una explosión, o que alguien dispare balas en tu cabeza cuando solamente estás trabajando para salir adelante”, “todos tenemos el derecho de trabajar y ganarnos la vida honestamente”, ¿verdad? Pero la probabilidad de estar cerca de una explosión eco-extremista es mínima, tienes más probabilidad de ganar la lotería. En comparación, la probabilidad de morir en un accidente de coche es mucho más alta, la probabilidad de morir de una enfermedad causada por comer comida procesada, como cáncer o cardiopatía, es aún más alta. Uno suele decir en último caso, alguien murió de “causas naturales”, pero por otra parte si alguien muere a raíz de un ataque —“baja civil”— en la guerra eco-extremista es una tragedia. Esto es algo absurdo.
Por supuesto, una condena a la violencia eco-extremista en este caso, es una aprobación tácita de la violencia del Estado o de la civilización. Para el liberal burgués, “la violencia terrorista” es horrible, puesto que solamente el Estado puede determinar quién debe perder la vida (por ejemplo, si alguien vive en Yemen o Afganistán debe de temer más a los accidentes automovilísticos, que a los “drones” que lanzan muerte diariamente, pero no hay ningún inconveniente porque todo fue aprobado por la democracia yanqui.) Por otra parte, parece que el izquierdista o el anarquista tienen más derecho de criticar la violencia, puesto que se oponen al Estado y el capitalismo. De todos modos todavía inventan fantasías donde toman poder, y ejecutan a los parásitos ricos que han sido juzgados y sentenciados a muerte en sus reuniones, y los matan de una manera cruel y sin piedad, no tomando en cuenta que los burgueses también son padres, hijos, esposos, etc. Y obviamente, la violencia en dicha Revolución será la más mínima posible, puesto que, pocos inocentes han muerto innecesariamente en un levantamiento popular…
Nos chocamos con la Gran Ilusión de la Civilización, que nos obliga a preocuparnos por gente que nunca vamos a conocer, a tener empatía con el ciudadano abstracto, el compañero, y un hijo de Dios. Debemos inquietarnos viendo un autobús quemado, o una oficina destruida, o los vestigios de un artefacto explosivo dejado fuera de un ministerio de gobierno. Estamos obligados a preguntarnos cosas como: ¿Qué sucedería si mi hija estuviera enfrente de ese edificio?, ¿y si mi mujer estuviera en esa oficina?, ¿si yo fuera ese científico muerto y cubierto de sangre en el estacionamiento? Bueno, si fuera así, ¿qué cambiaría? Pero en realidad, no estabas allí, entonces, ¿por qué te estás inventando esa película?
¿No es esto la gran narrativa de la civilización, que todos estamos involucrados en este asunto? Es mentira, porque no lo estamos. Eres un eslabón más de la cadena, y si la Gran Maquina de la Civilización escoge rechazarte, serás echado al basurero. No tienes agencia personal, la moralidad es una ilusión. Solamente cubre la violencia y muerte necesaria para producir la comida que comes y la ropa con la que te vistes. Es perfectamente aceptable que numerosos animales mueran, que quemen los bosques, que pavimenten los campos, que millones se hagan esclavos en fábricas, que se erijan monumentos a las personas que destruyeron los mundos de los salvajes, que sacrifiquen los sueños y la sanidad mental de los que viven hoy para obtener un “mejor mañana”, pero por amor de Dios, no dejen un bomba enfrente de un ministerio del gobierno, ¡eso no lo aguantamos!
Aquí te presento la clave de tu liberación: no debes nada a la sociedad, y no tienes que hacer lo que te pide. Esas personas que son asesinadas en el otro lado del mundo no se preocupan por ti, y nunca lo harán. Eres una persona más en sus números de Dunbar: serás un titular en el periódico y serás olvidado. Identificarse con la muerte de un ciudadano o un “hijo de Dios” a miles de kilómetros de ti, es la manera en que la sociedad te manipula para que hagas lo que se te ordena: es una herramienta para tu domesticación y nada más.
El poeta estadounidense Robinson Jeffers escribió que, la crueldad es algo muy natural, pero el hombre civilizado la cree contraria a la naturaleza. Los europeos observaron que algunos grupos indígenas del norte de la Alta California, eran los más pacíficos a la vez los más violentos: pacíficos porque no tuvieron guerras organizadas, violentos porque usaron la violencia para solucionar problemas interpersonales. Los que se oponen a la más fervientemente violencia eco-extremista, están defendiendo el derecho exclusivo del Estado y la civilización de determinar cuáles, entre los seres humanos, deben vivir o morir. Las personas con esta actitud son propiedad exclusiva del Estado, entonces ¿cómo se atreven los eco-extremistas, a desafiar ese derecho absoluto que ha estado desde hace diez mil años, las leyes que determinan la vida y la muerte?
Termino este discurso con dos citas (¿apócrifas?) de Iosif Stalin, la primera es: “No se puede hacer tortilla sin romper algunos huevos”. Los que se oponen al eco-extremismo dirán que estamos sacrificando la vida de inocentes para establecer nuestro Paraíso en la tierra. Cualquier persona con la mínima inteligencia que lea un poco, se dará cuenta que esto es mentira. El eco-extremismo no busca romper unos huevos para hacer una tortilla, más bien quiere destruir la caja entera, y si algunos huevos se quiebran en este acontecimiento, ni modo. ¿Cuantos huevos se quiebran en una finca industrial cada día?
La segunda cita de Stalin es: “Una única muerte es una tragedia, un millón de muertes es una estadística”. ¿No es esta la lógica de la civilización, del izquierdista y del anarquista? Pretenden ignorar que el mundo está siendo destruido por la civilización, se perturban poco por los salvajes que murieron defendiendo la tierra de sus ancestros, se hacen un videojuego en su imaginación donde estrangulan a los capitalistas dormidos en sus camas, pero si ven un autobús quemado o un laboratorio destruido, gritan, “¡Dios mío, qué barbaridad!
Tal vez crees que estos actos son pocos efectivos, tal vez crees que son unos actos de sociópatas, o lo que sea. No queremos cambiar el mundo, preferimos verlo consumido en llamas. Y si no vez que la destrucción de la Tierra, de los ríos, montañas, bosques y océanos, es la verdadera locura, no te podemos ayudar, y no queremos ayudarte. Solo agáchate cuando nos veas llegar.
Por: Chahta-Ima