CARTA PÚBLICA DEL COMPAÑERO MARIO LÓPEZ “TRIPA”

Desde Instinto Salvaje


14308pantera1

“El tigre, en su invicta andadura, acumula el recuerdo y las huellas
del camino recorrido para reafirmarlo tozudamente en esa libertad
irrestricta que no asegura alimento pero que omite a priori
cualquier posibilidad de degenerar en rebaño o de asentir el
pastoreo. Indómito e irreductible, confronta los enemigos más
tenaces. Para ello esgrime sus instintos, aprovechando su
portentosa visión nocturna, su prodigioso olfato y su afinado oído.
En su ataque certero: desfigura, desgarra, mata y muere, para
renacer indomable y fiero.”

¡Salud y anarquía!

Hace tiempo quería dirigir algunas palabras a ustedes, a los compas en prisión y sobre todo a los compas que están en fuga, a quienes no buscan pretextos absurdos para disociarse de esta lucha, para abandonar esta batalla, o para disociarse de la destrucción de lo existente para así, luego, adquirir una posición más tibia y acomodada: una posición que no les recuerde día tras día cual importante es mantener una mínima consecuencia entre los actos y las palabras, y sobre todo que, sembrar tomates, aisladitos en sus comunas, no tiene nada que ver con la conflictividad permanente de la cual tiempos atrás presumieron a los cuatro vientos.

Antes de comenzar a tirar mi rollo, quiero decir que para ser concreto y directo, antes de que ciertas personalidades de la farándula anarquista comiencen a sudar la gota gorda, dejo en claro que en esta carta, al menos en la presente, no tocare el tema de las difamaciones y DELACIONES de las cuales desde que me di a la fuga he sido objeto, torpezas provenientes de afamados personajes locales e internacionales. Ya será en otra ocasión en la cual baje de su altar a algunas de estas personas, y de una les tumbe su fama y su prestigio, el que han adquirido a expensas del trabajo y del esfuerzo que en el pasado yo realice para sacar a delante una parte de la lucha anárquica, en la cual creí, creo y seguiré creyendo. Ese sera tema para otra ocasión, prontito, prontito.

Bien, con frecuencia escribo demasiados pensamientos, algunos audaces, otros no tanto, algunos de crítica mientras que otros se estructuran en forma de verso, prosa o poesía. Si juntara todo lo que he escrito durante estos cortos años de estar fugado, sobre todo en los tiempos de ocio donde cuando no estoy pensando estoy escribiendo, ya haría un libro entero de cosas incomprensibles. Quienes están en esta situación comprenderán lo que digo. Uno escribe, luego lanza el papel al cesto de basura y después los quema en conjunto. Uno piensa que las cosas que escribe son un horror. En mi caso, no soy buen calígrafa como te habrás dado cuenta, y sumando a eso el caos que muchas veces reina en nuestra cabeza, sobre todo al principio de esta situación de fugado de sus leyes y sus normas, lo que se escribe no siempre es complaciente, en un sentido. En otro sentido sí lo es, pues en los momentos más arduos, cuando pega gacho la soledad, los cuadernos son una fuerte de desahogo, los cuales después de tanto escribir en vez de sólo pensar, te crean un cierto estado de confort y te dan un poco de estabilidad. Sin embargo, uno nunca baja la guardia y se esfuerza por hacer las cosas lo mejor que puede, aunque los golpes que se reciben te roban tu capacidad de concentración y por un momentos sientes que te dejan sin perspectiva, sientes perder la base de tu vida. Sé bien, porque lo vivo, que una situación de fuga es en sí una batalla cotidiana, el compañero o la compañera que está fugado sabe claramente que el primer ataque es contra uno mismo, por no dejarse vencer por la nostalgia, por no perder el rumbo, por poner las cosas en perspectiva. Los cuadernos son muchas veces lanzados contra la pared, la pluma por igual y hasta la computadora, la primera batalla es por contener tu furia ciega, por canalizar tu ansiedad, por no perder el norte, por no dejar que el Estado te derrote y que los detractores de tu camino de lucha y acción se salgan con la suya. Sin embargo llega un momento donde la primera tormenta pasa, aunque deja las aguas algo turbias. Comienzas a sentir la necesidad de escribir de nuevo, de poner en orden todas esas ideas lanzadas al cesto de la basura, todas esas reflexiones que, aunque escritas de buena intención, sonaron más a odio descargado que a propuesta o critica positiva, y no precisamente por las palabras, sino porque cada cosa que realizamos lleva nuestra esencia, es nuestra y está cargada de un “yo” que no se puede borrar ni negar. Lo mismo aplica para la acción, porque, yo hasta el momento me sigo preguntando ¿por qué muchos compañeros insisten en dar valor a los ataques de los que buscan el poder? Cada ataque está cargado de un nosotros, de un yo, y ese nosotros y ese yo, habla mediante el acto, refleja lo que hay dentro de uno mismo, tal cual las palabras, aunque usemos enojado en vez de encabronado. Muchas veces, estando en esta situación te gustaría tener un compañero o compañera que te de una luz de perspectiva; primero no discutes y leer es bueno (pero algunas veces te satura la cabeza), entonces sientes la necesidad de hablar, de discutir, de debatir. Esto es una buena señal, significa que tu capacidad de comprensión está comenzando a responder, y que tienes necesidades y dejaste de lado la evasión que por un momento te confinó únicamente a los cuadernos, a hablar cosas confusas, o bien, al silencio.

Pasada la tormenta, comprendes que, si bien, el Estado te está buscando, tú también te has impuesto tu propia cárcel. Muchas veces es así al principio, el pánico y la paranoia se apodera de uno, y no es para menos. Sientes que tu vida cuelga de un peldaño, cuando algunas veces no es así. El primer paso, entonces, es retomar tu vida y hacerte independiente, independiente de la prisión “ficticia” a la que el Estado te ha orillado, pero sobre todo es hacerte independiente de tí mismo, de tus miedos, de tus frustraciones, de tus rencores, pero siempre guardando un poquito de ello, pues al menos en el caso del miedo es nuestro instinto tal cual salvajes que somos. Siempre es necesario guardar un poco, de lo contrario, no seremos animales-humanos, libres y salvajes.

El tiempo pasa y comienzas a “rehacer” tu vida, comienzas a retomar tu camino, comienzas a sentirte vivo realmente, aunque bien sabes que nunca moriste y que todo fue parte de un proceso, quizás, inevitable. Y aquí, comienza otra etapa en tu batalla. Has renacido, el tigre, el lobo, la hiena tira sus primeros zarpazos, sus primeras mordidas, aúllas en la noche y te burlas de los cazadores. En este proceso es muy importante el apoyo de los compas. Afortunados somos los que algunas veces (aunque no siempre) tuvimos a alguien a nuestro lado; alguien quien durante todo este difícil proceso nos aguantó, quien nos soportó, quien nos amó y quien nos odió… porque ese alguien, aunque no en fuga, también vivió lo mismo que nosotros… ¡pero qué va!, mientras que esos sentimientos sean reales, se aprecian mucho, no como la mentira y la vanidad de unos cuantos, de los que solamente hablan y nunca actúan más allá de los límites que las “luchas” y que su miedo les imponen. Sin embargo, como se dice, venimos solos al mundo no montado en colectivo, y así es como día a día debes vivir tu camino.

Al final escribir sirve de mucho en esta situación, pero sobre todo comenzar a pensar en perspectiva y a actuar en consecuencia. Como bien dice un libelo italiano que por el continente latinoamericano nos gusta mucho, “el secreto está en comenzar en serio”.

II

“Vivir en monotonía las horas mohosas de lo adocenado, de
los resignados, de los acomodados, de las conveniencias,
no es vivir la vida, es solamente vegetar y transportar
en forma ambulante una masa informe de
carne y de huesos. A la vida es necesario
brindarle la elevación exquisita de la
rebelión del brazo y la mente.”

Entrar en un duelo a muerte con lo existente, sus defensores y sus falsos críticos, o bien, entablar un duelo a muerte con la misma vida, significa ante todo que el conflicto y la lucha (que son la vida misma) se hacen en primera persona, no mediante intermediarios, y así es como en primera persona afrontamos las consecuencias de nuestra lucha.

Bien, yo soy de la idea de que todo lo que hacemos en esta vida lo decidimos por nosotros mismos, porque todo pasa (primeramente) por nuestra cabeza, pero sobre todo decidimos fiel y conscientemente lo que hacemos en pro de llevar a la práctica nuestras ideas. Cometemos muchos errores y cometemos ciertos “aciertos”. Tras un proceso transitorio entre, lo que antes se pensaba (y se hacía) y lo que en un momento se comienza a concebir como la lucha a llevar a cabo, uno toma sus propias decisiones, comienza a actuar y a actuar y a actuar, y de la nada, sin darnos cuenta, cruzamos esa línea (imaginaria) que me imagino todos hemos visto, la cual marca una pauta entre lo que fue y lo que ahora somos -hay quienes procuran no cruzar esa línea, porque simplemente no están dispuestos a asumir las consecuencias-. Desde ese momento y en adelante nuestra vida toma otro sentido y adquiere un nuevo significado, conservando la esencia que nos hizo renacer, pero afilando más la navaja y direccionando la puñalada en mejor medida.

Siempre hemos de tomar nuestras propias decisiones, porque antes que todo, la lucha la hacemos porque queremos, porque es una necesidad latente en nuestros corazones, porque la hacemos para nosotros mismos, para la libertad de todos por igual y no para alimentar el ego y el poder de terceros. Así es como suceda lo que suceda ante todo debemos de saber que fue nuestra decisión consciente la que nos permitió actuar. Si un día nos toca (de nuevo) vivir la cárcel, el hospital -que para mí fue una prisión quizás peor que mi corto tiempo en la cárcel- o la fuga, o somos abandonados por quien creímos nuestro o nuestra cómplice, o nos toca no ser apoyados por los compañeros, o incluso el ser delatados por quien creímos fue un compañero, debemos saber aceptar esas consecuencias como parte de las decisiones que hemos tomado, entre esas decisiones está el de las personas con las cuales hemos elegido actuar, pero, y desde luego, sin quitar la responsabilidad histórica que el Estado tiene (o la de los que nos delatan) en lo que nos llegue a suceder, pues ante todo vivir en su opresión, en su civilización y su sociedad es lo que en el fondo nos ha hecho pasar al ataque por nuestra libertad.

En esto que escribo me refiero a quienes decidimos conscientemente pasar al ataque contundente contra el enemigo, me refiero a quienes decidimos estar un cara a cara con el enemigo; dejo al margen a quienes fueron detenidos, torturados o fugados a raíz de hechos en los cuales ellos no eligieron participar.

Así es como en este camino de fuga lo que a uno le hace sobrevivir es la determinación a aceptar con orgullo las consecuencias de los propios actos, aunque por momentos sintamos que las piernas se nos doblan; lo que hace a uno sobrevivir es la propia convicción, y con ella poder librar nuestras primeras batallas; pero también es el apoyo puntual de los compas, desde el apoyo que todos sabemos, hasta el petate que nos ofrecen para dormir; el ánimo de recibir a la lejanía un saludo anónimo cuando vemos incineradas las oficinas de una empresa que construye cárceles, o cuando vemos nacer una nueva publicación que no sea típica y simplemente “contra-informativa”, sino que mantenga una perspectiva clara y contundente de ataque al poder. Se mencione a uno o no, siempre debemos de saber que ahí estamos presentes nosotros, porque esa es la acción que realizamos y por la cual estamos hoy día en una situación de fuga, porque no reconocemos íconos ni personificaciones, sino que somos nosotros parte de una misma lucha; entonces, cada ataque al poder, aún anónimo, se nota su esencia, porque está cargado de nuestra rabia, y es para uno un guiño de solidaridad, porque, al menos en mi caso, la mejor solidaridad es continuar con nuestros proyectos de ataque al poder y es ahí donde estamos nosotros presentes. Entonces, uno deja de lado un poco la frustración que le produce este pinche aislamiento y comprende que arriesgar siempre es y será nuestra opción. ¿Claudicar? No es lo mío, ni aunque me vea al borde de la muralla de la muerte. Arriesgar por la anarquía, por la libertad, por nuestra propia libertad.

III

“La pasividad siempre necesita de guías y de especialistas”

Tras leer la carta de el o la compañera en fuga anónimo y desconocido, entré en conclusión que yo también había vivido los primeros pasos en esta fuga casi al ritmo que el/la compa. Debido a que escribo con mi nombre real, no puedo dar ni ofrecer detalles sobre mi experiencia particular, lo cual dificulta profundizar en la reflexión, mientras tanto esto es lo que puedo ofrecer a modo de crítica, autocrítica y propuesta.

Es sabido que yo discrepo enormemente de usar el término “clandestinidad” para referirme a una situación de fuga. Para mí esta situación no se adapta al término en su totalidad, y porque no quisiera crear confusiones sobre mi manera de concebir la lucha (pues rechazo la clandestinidad como método de lucha), afirmo que para mí simplemente hay cosas que se hacen de manera abierta y otras que simplemente se hacen con sigilo y con cautela, la cuestión para mí no va más lejos que eso. Para mí la cuestión radica en no idealizar y dotar de supuesta “identidad” a una manera de atacar al poder (una entre muchas formas) o a un instrumento, mismo que en determinados momentos se puede convertir en nuestro propio verdugo.

Evidentemente, necesitamos organizarnos para todo, hasta para comer y para la lucha, la organización está dentro de nuestra vida diaria, para caminar a algún lado, para discutir; pero en el caso de nuestra lucha yo afirmo la informalidad, y en el caso de nuestra vida apuesto por simplemente no caer en la monotonía y en la mecánica a la que nos puede llevar la misma organización de nuestra vida.

El/la compa desconocido toca un punto importante que es el de la carencia de “infraestructura” al momento de su fuga. Tras leer algunos textos de la publicación “Incógnito, experiencias que desafían la identificación”*, me percaté a partir de las experiencias de algunos de quienes escriben para el libro, que pocos son quienes al momento de la fuga cuentan con una mínima “infraestructura” al momento de partir; es más, muchos son quienes se buscaron su propia vida sin ayuda de nadie afín o con la mínima ayuda de alguno que otro que se solidarizó. Por igual, tras leer hace ya tiempo un librillo de Guido Martelli titulado “Dal Abisso” he comprendido exactamente lo mismo. Aunque el compa lo enfoca más bien en un sentido a nivel personal y aunque no estoy de acuerdo con sus propuestas, en algo tiene mucha razón. Leerles me ha hecho reflexionar sobre algunas cosas al respecto.

Todas las experiencias que uno vive deben de ser tomadas en un sentido positivo que nutra nuestra persona, por muy negativas que sean esas experiencias, pero esto ya todos lo sabemos. Debemos reflexionar sobre ello y de alguna manera tratar de no cometer los mismos errores; debemos de ver dónde estuvo el fallo e identificarlo para que en próximas ocasiones podamos procurarnos lo necesario para dar el apoyo a los compas que se tengan que fugar -sobre todo en los primeros tiempos, antes que se puedan acomodar, si eso llega a suceder-. Un error, una situación, una historia como la que he viví yo o como la que han vivido muchos compas (más no todos pues hay quienes mal que bien desde el comienzo tuvieron mucho apoyo) no nos puede hacer claudicar en esta lucha, sino más bien nos debe de hacer ver cómo podemos resolver el problema desde la base sin caer en rollos que no concebimos como propios -es decir, dejar toda nuestra energía y tiempo en crear “estructuras”, que al final nos terminen consumiendo-.

En mi caso, dado que no creo en organizaciones estructuradas tipo guerrilla y también en el de muchos compas que asumen la lucha en este mismo sentido, la cuestión está en ver cómo manejar las situaciones de fuga sin tener que tener una infraestructura rígida o mínima que dé pie a cosas que no queremos asumir. Entonces, más que una infraestructura yo lo llamaría tener un plan, un plan individual y colectivo, y un plan muy certero dado que siempre (y todos) estamos expuestos a dar este paso, y de esta manera poder procurar lo que necesitemos en caso de, sin tener que hacer que los compas pasen por “ciertas malas experiencias”; aunque en casos las malas experiencias son gracias a terceros –quienes gracias a sus prejuicios, ideologías, chismes y preferencialismos me hicieron pasar por esas “ciertas malas experiencias” saben exactamente de qué hablo, ¡no se hagan!-. Esto, evidentemente, para mí es una cuestión lógica de apoyo entre compas; no es una cuestión de crear esquemas ni personificaciones o cultos a la personalidad, ni tampoco reyes o princesas de la acracia, o ideologizar un apoyo para crear la nueva fracción del movimiento a la cual llamemos “ayudismo a fugistas”; sino simple y llanamente es apoyo a los compas y punto.

Pero, para complementar esta cuestión, regreso a lo mismo que comentaba algunos párrafos arriba. Debemos de procurar no caer en actitudes de delegación. Nosotros como individuos, y ya que asumimos la lucha en primera persona somos quienes primeramente debemos de procurarnos un plan y no delegar todo a las manos de nuestros compas “para cuando suceda”, sobre todo si asumimos esta lucha que llevamos de manera consciente y por lo tanto sabemos con claridad, o al menos suponemos, que un día nos tocara fugarnos; aunque lo principal sería cuidarnos para evitar en lo máximo que eso suceda -pero desgraciadamente hay cosas que no siempre están en nuestras manos-. Todo esto lo digo también basándome en mi experiencia individual, pues tras salir de la cárcel la primera vez, fui asediado por la policía, fui constantemente vigilado. Los tiras esperaban un mínimo pretexto para golpearme, y así fue cuando tras unas acciones con artefacto explosivo que el grupo CARI-PGG** realizó y reivindicó, me dieron una orden de aprehensión federal en noviembre de 2013 pero que hicieron válida hasta el día veinte de enero de 2014, justo después del simposio y unos minutos después de su intento fallido para enredarme con el caso de Chivo, Amelie y Fallon. Justo cuando una compa muy querida por mí me habló de experiencias similares a la mía y me sugirió ir haciendo un plan, fue que me arrestaron, me metieron a la cárcel, salí nuevamente bajo fianza*** y finalmente comprendí que para mí ya no había otra opción. Yo ya sabía desde tiempo antes que pronto me tendría que ir, lo sentía, pero me confié, no le tomé mucha importancia, no planifiqué mucho y me agarré a lo que se me ofreció. Siempre organicé mi vida y mis cosas, aún con mis bajas y mis altas, y como todo individuo que comprende la lucha cara a cara con el enemigo, es decir, en primera persona, ésta no debió ser la excepción.

Al final de cuentas sabemos bien que hay cosas que no se pueden prever, que llegan por sorpresa, pero si ya lo prevemos o sabemos en qué nos metemos, sin caer en el rol de especialistas o profesionales, por principio, de manera individual debemos trazarnos un plan, sin delegar al colectivo, aunque también con los afines debemos de trazarlo; el apoyo que se nos dé y lo que los compas nos ofrezcan lo debemos de aceptar y agradecer con humildad, pues está claro que no somos especialistas en nada y a veces necesitamos de los demás, pero una cosa no quita la otra y viceversa.

Esto es algo que de momento puedo aportar desde mi experiencia individual, no hablo por nadie más que por mí mismo. Sé que mi aporte no aplica a otras experiencias, por ejemplo en el caso del Chivo o en el del querido Gabriel que apenas salieron de la prisión se fueron a la fuga; ahí todo el plan nos toca a los de afuera.

IV

“Échale bencina a la botella pa’que queme,
así que arma tu banda
Échale bencina a la botella pa’que queme,
ataca al que te ataca”

La gran mayoría del movimiento anarquista en México está hundido entre el consignismo y una confusión enorme entre poder popular y anarquía –siendo estas dos ideas, perspectivas, éticas, prácticas y actitud de vida antagónicas entre si-. Hoy en día hay rebelión en Oaxaca, qué bueno, incendios y enfrentamientos porque a la CNTE/SNTE no le dan su concesión. Algunos individuos participan en el caos por otros motivos y se encuentran en la rebelión con quienes les son afines, en mi perspectiva así debería de ser, mientras que proponemos nuestras vanas utopías a modo de que la revuelta no termine en algo peor que en la actual dictadura. Procuramos poner en practica la autoorganzación espontánea, y junto con quienes nos encontramos en medio del caos, tratar de vislumbrar una luz que refleje una perspectiva diferente a la que reina, digo, porque todos sabemos cuál es la idea que reina hoy día en Oaxaca y el propósito que está detrás ¿o no? De cualquier manera el fuego nos atrae, a mí me gusta y quisiera estar en estos momentos y en ese lugar tirando molotovs a los federales asesinos, pero para mí la mejor manera de “apoyar” la insurrección y “solidarizarse” con los presos, es no apoyándola, puesto que “apoyar” en determinados casos significa ponerte en el papel de espectador, para mí la manera es propagándola en nuestro lugar, haciendo al mismo tiempo nuestra propia insurrección y procurando que se unifique sobre el camino con la de otros individuos.

De cualquier modo todos saben que yo no me creo el rollito romántico consignista de “¡Oaxaca siempre, siempre… siempre ingobernable!”, porque además todos sabemos que no es así -ya en su momento en el año 2006 la Coordinadora Informal Anarquista respondió algo similar a VOCAL cuando elogiaron su famoso “desde Oaxaca de Magón tierra de las barricadas”-, Oaxaca es un bonito estado, con mole, mezcal y toda la cosa, pero nada más; a los individuos que participan en la revuelta no se les puede identificar con estados, organizaciones, regiones o municipios representativos; para los anarquistas ante todo son individuos participando en la revuelta colectiva y popular, y por lo que se, los y las anarquistas, queremos destruir las fronteras mas no crear otros límites territoriales aunque sean revolucionarios. Lo que hay es una insurrección, o en la mejor manera de definirla, una rebelión, pero no precisamente (como algunos la idealizan y la disfrazan) para quitar al gobierno y vivir “ingobernable”, sino una rebelión para pedir y demandar, aunque esto no quita que los compañeros afines se encuentren en ella, lo cual no quita que pueda tomar otro rumbo radicalmente diferente, pues toda rebelión (por lo general) nace bajo motivaciones muchas veces ciudadanas o parciales, pero de ella se puede generar algo diferente en términos cualitativos; aunque como lo he dicho, y sin ser pesimista, la presente rebelión, de momento, todos sabemos hacia dónde va y sabemos los motivos por los cuales se dio, los cuales fueron más que claros y bien definidos. De nuestra intervención y de nuestra propuesta depende en gran medida para que tome otro rumbo, mezclando nuestra rabia con la de los otros explotados y oprimidos, iniciando nuestra propia rebelión, y sobre todo para que se propague por todas partes -aunque eso quizá nos cueste el por un momento compartir el camino con quienes es sabido, históricamente, siempre han dado la puñalada a la espalda a los anarquistas, y que hoy en día la siguen dando-.

Desgraciadamente esta realidad de “lucha” y lucha, se contrasta con la otra cara del movimiento, o quizás de algunos cuantos que conforman el movimiento y que a toda costa intentan generalizar sus intrigas con la principal motivación de procurar que las ideas de los “insus” no se contagien -y lo más jodido es que esto no es nuevo, en el pasado lejano y en uno reciente ya sucedió-.

Los que se jactan de sabiondos, de puros, de bien anarcos, de responsables de bibliotecas anarquistas, de entes morales, son los primeros en insinuar, en decir, en afirmar, e señalar, en dedear y en delatar.

El compa Gustavo Rodriguez, como bien sabemos todos, desde hace poco más de dos años y medio se encuentra en una situación vulnerable debido a la deportación de la cual fue objeto por parte del INM tras concluido el Simposio “Informal” Anarquista. Debido a algunas cuestiones que no es correcto comentar en un comunicado público puesto que mis dos procesos aún siguen abiertos –y uno nuevo más ¿o no?-, puedo afirmar que: a mí personalmente me consta que el compa fue capturado a la altura de un parque que esta sobre avenida Copilco y posteriormente deportado a los Estados Unidos de Norte América, y que el compa Gustavo no se inventó ese teatro en convenio con la policía justo como afirman algunos difamadores. Y afirmo que a mí no me consta que posteriormente a su deportación, el compañero pidió un amparo al gobierno mexicano justo como afirmó en un artículo el periódico “La Jornada” -que por cierto tanto gusta a anarquistas, izquierdozos y progresistas-, y como afirman algunos difamadores que le hacen el juego a esos mass media.

Pero ya mucho antes de su deportación el compañero Gustavo Rodríguez había venido siendo difamado tanto por algunos mismos anarquistas borregos que todo se creen, como por algunos pinches rojos quienes afirmaron que, tanto él como algunos otros compas del Movimiento Libertario Cubano (MLC), radicado en Miami, son agentes de la CIA. Esa difamación nació de una señora estadounidense (quien además es del comité pro-cuba y que no está de más afirmar que fue quien intentó sabotear la charla de los compas del periódico venezolano “El Libertario” acusándoles de ser agentes de la contrainsurgencia al servicio de su santidad el tan temido Imperialismo Norteamericano -nada más para que chequen de qué calaña viene la señora-) y mediante la página web leninista “Noticias de la Rebelión” que fue en donde se difundió toda su mierda. En ese tiempo, en el año 2009, varios compas (incluso algunos anárquicos de la Federación Anarquista de México) le brincamos a la defensa del compa Gustavo y del MLC, iniciando debates en foros, a título individual mediante la revista en la cual participaba en ese tiempo con la web Noticias de la rebelión, y cara a cara con algunos de los detractores del viejo.

La acusación principal (por lo que entendimos, pues todo fue un revoltijo) contra el compa Gustavo y por la cual se le acusó de ser de la CIA, fue que él “criticó y atacó la campaña que la CNA de Norteamérica inició en solidaridad con los 5 policías cubanos que el FBI arrestó mientras le hacían inteligencia al MLC”; la crítica muy buena y acertada dirigida contra la CNA por parte del compa Gustavo se puede leer con claridad en la entrevista que le realizó Rodolfo Montes de Oca, misma que se puede encontrar en la web. Mientras que la respuesta que los rojos dieron ante este suceso siempre fue “todo pueblo tiene derecho a defender su soberanía y auto-determinación”… ¿todo pueblo o todo Estado?… Lo triste del asunto de ese periodo de tiempo (si mal no lo recuerdo fue entre el año 2009 y 2010) cuando por primera vez y de manera pública se le acusó al compa Gustavo R. de ser agente de la CIA, fue que hubo muchos anarquistas que se comieron toda la mierda y que como borregos fueron siguiendo y propagando esos rumores, que, proviniendo de donde provienen, para un anárquico CONSCIENTE de su calidad misma de anarquista, deben de ser siempre puestos entre dicho y no creídos.

Un tiempo después de la deportación del compa Gustavo en el 2013, La Jornada atacó al compa con un artículo el cual fue un remake de la mierda soltada años atrás por dicha señora norteamericana y sus compinches: los leninistas de Noticias de la Rebelión. En dicho artículo se acusaba al compa no sólo de ser agente de la CIA, y de lo más alarmante (¡para La Jornada claro está!) se le acusó de ser un “Cubano anticastrista”, sino también se le señalaba de ser el líder de los anarquistas que ponen bombas e incendian cosas. Por un lado, la clásica estrategia de señalar a una sola persona como el “único” para de esta manera hacer ver que, eso de las acciones directas no es cosa de muchos sino de una sola persona o en su defecto de unos cuantos locos; mientras por el otro lado, es una manera de cargarle más estigma al compa, precisamente para que por un lado (nuevamente) dirigir contra él todo el peso de la represión, mientras que por el otro lado, hacer que ningún compa crea su “choro” debido al estigma que carga sobre de sí, y así nadie se contamine de esa mierda a la que llaman “anarquismo insurreccionalista”.

El artículo de La Jornada fue contestado de manera pública solamente por los compas de El Libertario de Venezuela y por la revista Negación de México quienes manifestaron su apoyo al compa Gustavo. Pero también estamos los que de otra manera le apoyamos, estamos los que sí sabemos; pues a muchos nos caga La Jornada, mientras que a otros anarquistas les encanta, y hay quienes consideran a ese periódico dentro de sus aliados cada vez que quieren de manera pública disociarse de los revoltosos, de los insurrectos…

De cualquier modo, lo que en el fondo el compa Gustavo intentó transmitir en su libro, aun cuando no esté de acuerdo con algunas perspectivas, fue que la anarquía es mucho más que palabra escrita, que para atacar solamente faltan los medios, la determinación y un buen plan, que la insurrección no es cosa del mañana y comienza hoy, aquí mismo, donde estamos parados, sin idealizar zonas geográficas ni caer en la absurda ideología del indigenismo, del obrerismo, del estudiantismo, sino que la insurrección la haces tú en tu localidad y comienza con tu acción individual. Ante todo, para mí, las insurrecciones las hacen los individuos, y los individuos en la insurrección ni son masa, ni son identidad, ni son acrónimos.

V

“Y en cualquier lugar que venga la muerte,
bienvenida sea mi ideal se queda en mi gente,
prepárate, organízate y levanta la frente,
identifica al enemigo, el futuro es el presente…”

Sentir el viento en tu cuerpo, quitarte la playera para que el sol te queme, oler el fresco del bosque, salir de la sombra a la que te han orillado para ya asumirla plenamente como tu camino, es lo más satisfactorio que uno puede sentir después de días de encierro. En ese momento recuerdas nuevamente las noches solitarias cobijado por el fuego de las hogueras que tú mismo has creado, en el bosque, en la naturaleza. Es como un instinto que vuelve a ti y es como toda sensación, algo inexplicable. Así puedes vivir inspirado toda tu vida y no perder nunca el valor de vivir, de vivir luchando, aunque la verdad morir siempre será una opción cuando sientas y sepas conscientemente que el camino para ti se ha terminado. Los anarquistas no reconocemos moral alguna, morir es como vivir, si al final de cuentas estás haciendo lo que te viene en gana, lo que quieres hacer, y no hay nadie quien te impida tomar tus propias decisiones, aunque esa quizás sea la decisión final. Morir luchando antes que vivir de rodillas.

…Una vez estando en la cárcel recibí una carta del compa Tortuga, una carta que escribió de manera pública que se titula “El abismo no nos detiene”, al leerla me estremeció mucho, por una razón en concreto.****

Meses antes, cuando me explotó la bomba, pude salir de la inconsciencia -parcial- provocada por la misma explosión y salvar mi vida gracias a que por un momento llegó a mi mente la imagen del compa Tortuga en pleno accidente, y esta imagen-recuerdo fue lo que me hizo reaccionar, luego volví en sí y comencé a quitarme las ropas incendiándose, en ese momento me di cuenta de que me había explotado la bomba que yo mismo portaba en la espalda, comencé a correr por todos lados supongo que gritando, pues mis oídos no escuchaban nada en ese momento, o no sé si lo de correr lo imaginé a causa de la conmoción y el shock. Mi lucha en ese momento fue por mantenerme calmado, aún no me había percatado que la bomba me voló un buen pedazo de pierna, me destrozó la arteria, me causó quemaduras de tercer grado y me hizo un hoyo en el brazo… Al llegar la policía acordonó el área, yo seguía en el suelo tirado, al darme cuenta de la pierna y verme totalmente jodido le dije a un policía que yo traía otra bomba y muy grande (lo cual fue verdad), que estaba activada y que podía desactivarla, pero mi intención fue lo contrario, fue activarla para que todos nos fuéramos a la mierda. La policía me apuntó con su arma y luego me sacaron del “área” arrastrándome de las piernas (incluida la pierna jodida) y luego de los brazos. Por un momento pensé que lo que quería era morirme, quizás sí, pero hoy en día sé que lo que pretendí fue seguir luchando hasta la muerte y luchando es como me mantengo. Ya antes me suponía que algo así me sucedería en algún momento, el que con dinamita ataca al Estado quizás un día le explote algo, pero siempre vale la pena tomar el riesgo porque el que no arriesga no gana y yo gané la felicidad de llevar las ideas a la práctica, de vivir mi propia vida, de vivir con pasión y no hipócritamente.

El apoyo de los compas es imprescindible, sus palabras lo son también, pero sobre todo nuestra propia determinación individual e individualista… todo lo que luego paso es otra parte de la historia, que contare en otro momento.

Antes de despedir quiero mandar un saludo a todos los compas en fuga, a Pola, al Cobija y a todos los fugados y fugadas desconocidos. Mandar un enorme abrazo al compañero Gabriel, no sabes la felicidad que me causó saber que finalmente saliste de la cárcel. Esto nunca lo dije de manera pública en mis mil y una cartas bien feas que saqué cuando estuve preso, pero aquella noche la cual narro en el párrafo de arriba tú estabas presente en mis pensamientos, así como los compas de la web Culmine que recientemente habían sido arrestados. Así es como concibo la solidaridad revolucionaria, llevando la lucha a cabo. Si estas palabras te llegan, sólo espero que te sirvan de apoyo para tu camino, pues de momento es lo que puedo ofrecer, luego ya veremos…

“Y aquí entra la segunda cosa: la constancia,
la fuerza de continuar, de perseverar, de insistir,
también cuando los otros se descorazonen y todo
parezca difícil”

Mario López, Tripa
Desde algún lugar…..
Carta escrita entre el 26 de junio y el 25 de octubre, año 2016


* Pienso que deberían (quien lo tenga) quitarse esa cosa del copyright o lo que sea y subir a la web el libro “Incógnito” en su versión original en ESPAÑOL. Yo lo pude leer en inglés algunos textos de hecho, pero hay compas en fuga que seguramente no hablan inglés y que menos les es posible recibir el librillo de manera impresa, y que estoy seguro estarán ansiosos de leer algo sobre gente que ha estado en su misma situación.

** Quiero que quede claro que menciono el ataque de CARI-PGG únicamente como dato, no quiero que se mal interprete mi afirmación como si yo pretendiera “culpar” a ese grupo de compañeros anarquistas de mi arresto, el gobierno sólo necesitaba cualquier pretexto para joder, fuese orinar en la calle, fuese una manifestación, lo que sea, y el que tiene la responsabilidad cargada es el Estado.

*** Esta vez, cuando tras el arresto por la orden de aprehensión federal por “fabricación de explosivos sin el debido permiso”, que está adscrita a la “Ley de armas de fuego y explosivos de uso exclusivo del Ejército”, reinó la confusión respecto a mi nueva excarcelación. En mi primer comunicado asumiendo la pinche fuga aclaré que si fui excarcelado aquella vez fue por dos cosas: primero, porque su acusación estaba fundada sobre las pruebas de mi primer proceso las cuales no habían sido certificadas pues el caso aún estaba abierto -y sigue abierto-, por lo tanto, la acusación no tenía ningún fundamento jurídico -eso la juez federal lo sabía y se enfureció cuando las abogadas le argumentaron, se enojó hasta con la MP y le dijo “ves, te dije”, por eso la juez, para no quedarse como el perro de las dos tortas, decidió darme una fianza de nueve mil varos. Segundo, porque aun teniendo un proceso del fuero común, como la justicia federal es aparte, no aplica la reincidencia, al menos que sea nuevamente un delito federal en el cual reincidía, o un delito de fuero común en este caso. La vez que la tira de la SSPDF montó todo un operativo de seguimiento para finalmente arrestarme y chingarme en un parque de la Ciudad de México, donde me esposaron, me llevaron y a los minutos me dejaron libre, según el jefe de los ministeriales federales que me arrestaron la última vez, me dijo que ese día me dejaron ir “porque ya tenían otra orden y ésa está mejor”. La verdad es que me da mucha risa porque si se piensa bien, de haberme arrestado por un delito del fuero común -por el que supongo aquella vez me arrestaron en el parque, en presencia de tres compas- seguramente ahorita estaría chingandome en la cárcel, no como sucedió con su delito federal… ¡pinches pendejos!. La razón por la cual yo acepté la fianza que me impuso la jueza federal y no decidí quedarme seis días en la cárcel esperando a que procediera no sé qué triquiñuela jurídica y después sacarme sin pagar nada, fue porque durante esos 6 días quien sabe qué más chingaderas me hubieran maquilado para joderme bien. Y la razón por la cual me decidí dar al agua fue porque, de haberme quedado en mi ciudad a confrontar los dos procesos jurídicos, seguramente me hubieran inventado otra cosa; o bien, me hubieran terminado de enredar con el caso de los compas Chivo, Amellie y Fallon, y así acreditar el delito de terrorismo y delincuencia organizada, para acusarnos como de 10 ataques con explosivos y una manifestación, los cuales estaban en el expediente como objeto de investigación.

*** Aquí se puede leer la carta del Tortuga.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *